¿Cuándo hay que acudir al pediatra?

Cuando el bebé nace, si no hubo ningún problema durante el parto o en los primeros días de vida, se recomienda realizar la primera visita al pediatra entre el quinto y el décimo día después del nacimiento.

Por: Dr., Christian Rodríguez Cerroblanco. Pediatra

Durante la pandemia, las visitas de control y vacunación con el pediatra o las consultas a diferentes especialidades pediátricas se han visto interrumpidas, provocando, en algunos casos, el retraso en diagnósticos o el agravamiento de enfermedades de fácil resolución si son atendidas a tiempo.

¿En qué casos no podemos demorar la asistencia a la consulta del pediatra?

Cuando el bebé nace, si no hubo ningún problema durante el parto o en los primeros días de vida, se recomienda realizar la primera visita al pediatra entre el quinto y el décimo día después del nacimiento. En esta visita se le harán pruebas al bebé para reconocer su estado de salud general y se le abrirá la historia clínica.

Si no se detecta ningún problema, después de la primera visita se debe acudir al pediatra con una frecuencia mensual durante los primeros seis meses ya que durante este período ocurren muchos cambios en el organismo del niño que deberían de ser supervisados por un profesional.

En el segundo semestre las visitas se pueden espaciar un poco, cada dos meses, siempre y cuando no se presente ningún problema de salud. Después del primer año de vida,  las consultas al pediatra se realizan cada tres meses. Más adelante, del segundo al quinto año de vida del niño, se recomienda visitar al pediatra cada seis meses. A partir de los 5 años, con una visita de rutina anual será suficiente.

¿Cuáles son los principales motivos de consulta?

  • Llanto: el llanto es la manera natural de comunicarse de los bebés cuando tienen alguna necesidad vital o molestia: hambre, frío, calor, sed, pañal sucio… El llanto que preocupa a los pediatras y que debería de ser un motivo de consulta es el que no se calma con nada: ni con el pecho, ni cogiéndolo en brazos, dándole el chupete, … O bien un llanto que los padres perciben como poco habitual y que no puede ser consolado como de costumbre
  • Cambios de humor: un bebé contento y tranquilo es poco probable que esté enfermo o, si lo está, no es indicativo de ser grave. Si el niño está muy apagado, triste o excesivamente somnoliento debería ser visitado por un especialista.
  • Apetito: es probable que un bebé que se cansa fácilmente de mamar o pierde interés en la lactancia o en la alimentación, necesite ser visitado por un pediatra. Otro signo de alarma es el vómito.
  • Deposiciones: un bebé sano debe mojar unos seis pañales al día y en general, debe tener un hábito deposicional regular. Si la barriguita del bebé no está dura, se siente bien y come adecuadamente, no debe preocupar. Sin embargo, si el bebé deja de orinar en más de 12 horas o realiza heces blancas, negras o con sangre hay que llevarlo al pediatra.
  • Dificultad al respirar: si la respiración del bebé es fatigosa o tiene dificultad para respirar, hay que buscar ayuda de inmediato.
  • Fiebre: la presencia de fiebre en un bebé es señal de que está enfermo, pero la fiebre sola no es, por lo general, motivo de preocupación. Un bebé puede tener poca fiebre y estar muy enfermo o fiebre alta y tener una enfermedad leve. Sin embargo, si el bebé tiene menos de tres meses, si la fiebre cuesta que baje con antitérmicos o bien si el niño tiene mal aspecto, hay que acudir al servicio de urgencias pediátricas.

Consejos a la hora de ir al pediatra

  • Llevar siempre el libro de salud y vacunación.
  • Apuntar en un papel todas las consultas que se deseen realizar: entre las distracciones de la sala de espera, el estar pendiente de un niño dentro de la consulta o la preocupación de si lo que tiene es grave o no, los despistes son frecuentes.
  • Vestir al niño con ropa que sea fácil de quitar y poner: facilita el trabajo de los padres/madres, la enfermera (en el caso de administrar vacunas) y la exploración del pediatra.
  • Llevar un pañal de repuesto: es muy frecuente que los niños ensucien el pañal en los momentos más inoportunos o bien, que la visita se alargue…. etc
  • Traer su muñeco/juguete preferido: dará seguridad al bebé o al niño y lo podrá distraer tanto en la espera a la visita como dentro de la consulta.
  • Llevar algo de comer o beber por si la espera es más larga de lo previsto.
  • Si el bebé toma pecho, la mamá deberá ir con ropa cómoda para alimentarlo sin problemas antes, durante o después de la visita (no hay nada más consolador para el bebé que darle el pecho tras el mal rato de las vacunas)

 

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