Hacer ejercicio y tener una dieta sana tienen un impacto directo en las funciones corporales. A continuación, te presentamos los beneficios que traen estos dos hábitos a nuestro bienestar:
La actividad física es uno de los factores más importantes para mantener un estilo de vida saludable. No hay un rincón de nuestro organismo que se quede por fuera del alcance de sus beneficios: mejora la presión arterial, nos ayuda a mantener un peso adecuado e influye en las sensaciones físicas y psicológicas.
Cuando se combina con una alimentación sana y nutritiva, su impacto positivo se potencia, ya que hacer ejercicio incrementa la absorción de glucosa en el cuerpo, disminuyendo los riesgos de hiperglucemia o diabetes.
Además, el ejercicio promueve la absorción de nutrientes, reduce el estreñimiento y en las personas físicamente activas promueve el peristaltismo intestinal o las contracciones musculares en el tubo digestivo, favoreciendo evacuaciones más rápidas y constantes, además de ser un factor protector para el cáncer de colon.
Otras de las ventajas físicas de la implementación de estos dos hábitos son el incremento de la masa muscular, la reducción del porcentaje de grasa corporal y de los factores que ocasionan el sobrepeso y la obesidad, a la vez que se evitan enfermedades cardiovasculares, que son la primera causa de muerte en el mundo.
En las personas mayores se previene la sarcopenia, es decir, la pérdida de masa, fuerza y funcionalidades de los músculos, así como la debilidad, el cansancio, la falta de energía, la pérdida del equilibrio, la pérdida de la autonomía y la dificultad para caminar.
Caída de cabello
La pérdida del cabello (alopecia) puede afectar solo al cuero cabelludo o a todo el cuerpo, y puede ser temporal o permanente. Puede ser el