Por: Luis Eduardo Vázquez
Parece que cuando nuestro hijo se vuelve adolescentes nuestra relación comienza a deteriorarse; «Mi hijo no me escucha», «Parece que hablo con la pared» ¿Te suenan estas frases? Pues parece que esto tiene cierta base científica.
Según un reciente estudio publicado por la Universidad de Stanford, los adolescentes a partir de los 13 años, dejan de simpatizar con la voz materna y comienzan a sentir más curiosidad por las voces de desconocidos, lo que podría explicar por qué a esa edad comienzan a querer pasar más tiempo con sus amigos y reducen el tiempo con la familia.
Es esta investigación, se contó con una muestra de 46 niños y niñas entre los siete y los 16 años que se sometieron a pruebas médicas para ver qué sucedía con su cerebro mientras escuchaban grabaciones de la voz de su madre y de mujeres desconocidas. Los resultados mostraron que las respuestas de los adolescentes y los niños pequeños eran distintas. En los más mayores, se encendía una luz en el cerebro en el área encargada de las relaciones sociales cuando escuchaban voces desconocidas. Además, esta área del cerebro está implicada en la toma de decisiones emocionales, debido a su posible participación en el aprendizaje de inversión afectivo, la propensión al riesgo y la impulsividad.
Esta particular característica en el cerebro de los adolescentes, se relaciona también en el interés de los jóvenes por otro tipo de señales sociales, y según los expertos, esto es un proceso sano y normal de maduración.
“Un niño se vuelve independiente en algún momento, y eso tiene que ser precipitado por una señal biológica subyacente”, explica el autor principal del estudio Vinod Menon, profesor de psiquiatría y ciencias del comportamiento en Stanford.
Esta es una señal que ayuda a los adolescentes a relacionarse con el mundo y formar conexiones que les permitan ser socialmente hábiles fuera de sus familias.
¿Podemos hacer algo los padres?
Más que prevenir, podemos amortiguar. El apego seguro, los valores y la confianza que creamos en nuestros hijos cuando son pequeños serán factores de protección para la etapa adolescente. Y por el contrario, la falta de cariño, empatía y comunicación, entre otras variables pueden poner en riesgo nuestra relación con ellos y hacer de esta etapa algo muy difícil tanto para los hijos como para nosotros como papás. La principal acción que deben llevar a cabo los padres de hijos adolescentes es la de elaborar el duelo, comprender que su hijo ya no es un niño pequeño que siempre va a acudir a mamá y papá para que le resuelvan los conflictos, que acepten y comprendan que es un adolescente que va a tratar de enfrentarse él solo a los conflictos y obstáculos que se encuentre en su día a día.