Cuando una persona pierde a un ser querido, debemos acompañarle desde la parte integral. El ser humano es más que su propio dolor y desde ahí es donde debemos mirarlo. Desde su perdida, sus miedos, sus fortalezas, sus emociones, sus pasiones, esto nos permite encontrar anclas para poder trabajar y acompañarle a resignificar su perdida.
Y aunque el camino es largo y doloroso es necesario vivirlo para finalmente llegar a la aceptación desde un lugar sano.